En los últimos años, embates epidemiológicos, climáticos y bélicos han dejado desvalidos a grandes sectores de la población mundial y puesto al límite la capacidad de respuesta de los Estados. En términos sociales, ¿qué entraña ser vulnerable en México?, las diversas variables en juego se ponen sobre la mesa en el libro Aristas de la vulnerabilidad, disponible en la mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El volumen recién presentado en la XXIV Feria Internacional del Libro del Zócalo (FIL Zócalo), es resultado de un seminario efectuado en 2019, en El Colegio de México. En la antesala de la contingencia sanitaria por la COVID-19, antropólogos, sociólogos, abogados, demógrafos y economistas abordaron diversas problemáticas, en 25 ponencias.
El libro se divide en cuatro capítulos: “Lecturas teóricas para el estudio de las vulnerabilidades en localidades periurbanas”, “Vulnerabilidad y estrategias de adaptación ante cambios ambientales. El caso de los pescadores de Chametla, Sinaloa”, “Los jóvenes de bachillerato y las tecnologías digitales en la Ciudad de México” y “Vulnerabilidad ante la mortalidad por causas en la Ciudad de Oaxaca de Juárez”.
Reacción individual y colectiva
En opinión de la antropóloga francesa Isabel Seguí, sus páginas permiten vislumbrar la complejidad de los problemas que enfrentaba la sociedad antes de la pandemia, pues “la COVID-19 dio a cada uno la experiencia de su propia vulnerabilidad, dada la incertidumbre que se manifestaba en esta situación en múltiples direcciones: ambiental, laboral, política, familiar y sanitaria.
“La vulnerabilidad se ve como una disposición individual, común a todos los seres humanos, de tener una exposición o una carencia asociada a un riesgo de daño o peligro potencial, pero que no se distribuye de manera igualitaria”, explicó sobre este concepto multidimensional, el cual afecta a situaciones diversas.
Por su parte, los coordinadores de Aristas de la vulnerabilidad, Geraldine Guadalupe Granados Vázquez y Jorge González Gutiérrez, relataron que el uso de esta acepción, desde el ángulo latinoamericano, se remonta a los primeros años del siglo que corre. En todo caso, esta asume un daño potencial sobre el sistema ante la adversidad, y estudia la reacción de los hogares e individuos para afrontarla, bajo cuatro preceptos: exposición, perturbación, daño y reacción, pues para analizarla se deben notar las amenazas, así como la resiliencia.
“Estos estudios pueden rastrearse a 2001, cuando autores de la región, como Rodolfo Pizarro, Gustavo Busso, Rubén Katzmann y Carlos Filgueira, desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe empezaron a discutir el término de vulnerabilidad social. Para los latinoamericanos, dado el mercado laboral incierto al que nos enfrentábamos a inicios del siglo XXI, categorías como pobreza y desigualdad ya no eran suficientes para describir este cambio de modelo que supuso la entrada del neoliberalismo.
“Este libro abona a una amplia discusión que se ha dado en nuestra región y en el ámbito angloparlante, uno de esos aportes es el de la investigadora del INAH, Blanca Lilia Martínez de León Mármol, quien aborda a la vulnerabilidad como un proceso dinámico, determinado por cuestiones históricas; a la par, Geraldine Guadalupe Granados señala que todos estamos expuestos, independientemente del estrato social que ocupemos, como lo dejó ver la emergencia sanitaria de la COVID-19”, dijo González Gutiérrez.
Añadió que el estudio de caso sobre la vulnerabilidad ante la mortalidad por causas en la capital oaxaqueña, reveló que los menores de cinco años representan el sector con mayor número de decesos por dificultades respiratorias. Esta investigación debería ser considerada para desarrollar políticas públicas que mitiguen las 15,000 muertes de infantes, registradas anualmente en el país, consideró.
Al respecto, la profesora-investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Geraldine Granados Vázquez, puntualizó que el concepto de vulnerabilidad se maneja cada vez más en los medios de comunicación, por ejemplo, al relatar los estragos que huracanes y tormentas tropicales dejan en las colonias más pauperizadas de las costas de Guerrero y Oaxaca, o de la península de Yucatán.
“En el seminario del Colmex, realizado en 2019, comenzamos a exponer una serie de situaciones que vinieron a corroborarse y magnificarse con la llegada de la COVID-19, como fue el rezago tecnológico aplicado a la educación pública. Todas esas condiciones de riesgo que observábamos se evidenciaron aún más en la pandemia, estuvieron al descubierto para toda la sociedad.
“Esa actividad académica y el libro también se proponen como herramientas útiles para el diseño de políticas públicas, lo cual pone a la investigación de las ciencias sociales en un primer plano para la resolución de las problemáticas que nos aquejan”, concluyó la antropóloga física.
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