Cuenta la leyenda que a finales de diciembre de 1994 el presidente Zedillo perdió los estribos y a gritos maldijo la herencia de Carlos Salinas. Había estallado la crisis económica. Sus enormes costos, particularmente en el nivel de vida de las clases trabajadoras y en el empleo, se sintieron de inmediato y se prolongaron en los años siguientes. Eso impactó las preferencias de voto de grandes segmentos del electorado. En 1997 el PRI perdió la mayoría absoluta en San Lázaro. 3 años más tarde la presidencia.
La herencia de López Obrador a su heredera es peor.
La ficción de las “finanzas púbicas sanas”, propalada durante 5 años, se ha desmoronado como castillo de arena. Los ingresos tributarios son insuficientes para sostener el gasto federal, presionado por la imparable expansión de los programas de beneficencia pública y las mega obras inacabadas e improductivas, a lo que se agrega la sangría que para el erario significan PEMEX y la CFE, así como la corrupción que se expande bajo la la 4T. Maquillar la situación manipulando indicadores y proyecciones es un recurso digno del alcalde de la película la ley de Herodes.
El descuido y desorden con que inicia el nuevo gobierno están a la vista. “Por un error”, a la UNAM y al IPN le fueron recortados sus presupuestos para 2025. Un boletín de prensa corrigió el “error”. ¿Cuantos más se cometieron al decidir el proyecto presentado a la firma de la presidenta? Igual o peor situación provoca la vorágine legislativa que del 1 de septiembre a la fecha ha desfigurado buena parte de la Constitución y varias leyes, hasta dejarlas irreconocibles. Caso extremo es la reforma judicial y a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, a la que me referí la semana pasada.
El consenso de los analistas económicos y financieros es que el proyecto de PEF/2025 es el más restrictivo de la historia reciente.
No existe una sola opinión calificada que avale las proyecciones de crecimiento, inflación, tipo de cambio y finanzas públicas que contiene el documento entregado casi a hurtadillas en San Lázaro. La reacción de los mercados y las agencias financieras, de México y del extranjero, ha sido negativa. El cambio en la calificación de la perspectiva de la deuda pública, de estable a negativa, pretende ser minimizado por las autoridades hacendarias de México. Saben que están ocultado la gravedad del hecho.
La economía mexicana se encamina a la recesión. De eso no hay duda. La pregunta es por el tamaño de la caída y su duración. Lo más probable es que los 3 primeros años completos (2025-2027) del sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum serán de nulo crecimiento, inflación elevada y tipo de cambio en deterioro. La perspectiva empeora si incorporamos los efectos de la llegada de Trump a la Casa Blanca, lo que ocurrirá el 20 de enero de 2025. Pregonar que el gobierno mexicano está preparado para la rudeza de siguiente ocupante de la Casa Blanca es, en el mejor de los casos, un lamentable exceso de inocencia.
Menospreciar los efectos negativos que sobre las decisiones de inversión privada tienen las reformas aprobadas de septiembre a la fecha, más las que se acumulen en las semanas siguientes, así como eludir la atención del grave deterioro de las finanzas públicas, son bombas de tiempo que estallarán en la cara del nuevo gobierno mucho más pronto de lo que esperan El consenso del mercado es que el paquete económico 2025 está mal formulado, que sus bases son endebles o inconsistentes y sus maquilladas proyecciones inalcanzables.
Vuelvo a la comparación histórica.
En diciembre de 1994 la crisis tuvo que ser enfrentada con drásticas medidas de reducción presupuestal, tanto al gasto corriente como de inversión, devaluación del peso y ajuste tributario, empezando por elevar la tasa del IVA. El inicio del TLCAN y la rápida respuesta del presidente Clinton para aprobar los créditos al gobierno de México paliaron la emergencia sin evitar la crisis. El contexto de hoy es por completo diferente, tanto en las condiciones internas como en la relación con la Casa Blanca. No es exagerado afirmar que desde 1982 un ex presidente no había heredado a su sucesor una situación tan complicada en el ámbito económico como la que enfrenta hoy la presidenta. Dos López son responsables de esa situación: López Portillo en 1982. López Obrador en 2024.
En diciembre de 1994 el presidente Zedillo asumió la gravedad de la situación económica que Salinas le había heredado. La explicó con crudeza al corregir el paquete económico para 1995, que ya había sido entregado a los diputados. El PRI tenía en San Lázaro mayoría calificada para aprobar lo que el presidente decidiera, pero el presidente decidió decir la verdad y actuar con responsabilidad. Cuenta otra leyenda que la ruptura entre Salinas y Zedillo se fraguó en esa crisis. El segundo asumió y demostró que él era el presidente de México. Después de un penoso berrinche, el ex presidente Salinas se fue al extranjero.
Posdata: La semana ha sido de caos y confusión en el quehacer y decisiones en las dos cámaras del Congreso de la Unión. El supuesto cambio de régimen es en realidad un desorden, provocado por la mano que mece esa cuna.
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